Inspiration

lunes, 13 de junio de 2016

Superhéroes anónimos

La vida son momentos. La vida es todo lo que quepa en un recuerdo, y nosotros, los retales de fotografías de época. Y, ¿cuánto dura un momento? Cuántos momentos caben en una vida, y cuántas vidas somos capaces de vivir en un momento. Hay ocasiones en las que creemos vivir una vida, y sin embargo estamos reviviendo a las de nuestro alrededor; lo que, indirectamente nos convierte en ¿superhéroes?

Lunes. 8:00 de la mañana. El autobús que sale del Reina Sofía nunca es puntual. Le gusta retar a los relojes de las caras cansadas, que se resguardan del frío bajo la marquesina. Y aquella mañana, hacía un viento horrible. Por eso Alex decidió ser uno más bajo aquel techo de cristal, aunque le supusiera llegar 10 minutos tarde a la oficina.

Se había sentado en la primera fila tras el espacio reservado para minusválidos. Le gustaba ese asiento, porque podía mirar de forma descarada a quien llegara, y no tener que sentirse culpable por ello. Tenía el poder. Y de esa forma, como si fuera a ser la última vez que sus ojos le regalaban el lujo de observar tal belleza, la vio retirarse el mechón de pelo de la cara; mientras guardaba el abono mensual de transportes en el bolso. Ella se percató.

Le atacaron los nervios al estómago en cuanto su cerebro contempló la idea de acercarse a ella. De conocerla. De saber si va triste o contenta a donde sea que la lleve aquel autobús de Madrid. Julia sintió un respingo en cuanto pensó en la posibilidad que él pudiera levantarse hacia donde ella esperaba. Y así se lo imaginó:

- Perdona, ¿te he pisado?

- No importa.

- Soy Carlos.

-Yo Julia.

- ¿A dónde vas? - se interesó él.

-Trabajo a las afueras. En la secretaría de una escuela de idiomas. ¿Y tú?

- Llevo la contabilidad de una agencia de publicidad.

- Vaya…, ¡qué interesante!

- ¿Te apetece que nos tomemos unas cervezas esta noche? - él sonrió de lado. Y ella le imitó.

- ¡Claro! Apunta mi número.

El conductor frenó bruscamente. Ella volvió a la realidad y él se dio cuenta de que era su parada. Se levantó y la miró; como si se despidieran. De camino a la oficina, recreó la conversación que habían mantenido, según su imaginación, hacia solo un par de minutos:

- Perdona, ¿tienes hora?

- Sí, son las 8:15.

- Vaya, llego tarde… -la mira de reojo- Soy Alex.

- Yo María, encantada. ¿Vas muy lejos?

- No…, trabajo en un bufete de abogados cerca de Plaza Elíptica, ¿tú?

- En una agencia de fotografía –vuelve a retirarse un mechón de pelo de la cara- ¿Quieres que nos tomemos algo esta noche?

- Iba a proponerte lo mismo- se intercambiaron tarjetas como quien cruza una mirada. Fácil, sin remordimientos. Sin esperas ni tradiciones amorosas.

Y eso es lo que duró un momento para ellos. Cinco canciones de Andrés Suárez y seis paradas del E1. Habían vivido una vida de sensaciones en un momento. Ella sintió que aquella mañana le sonreía. Él había sido su superhéroe, y ni siquiera lo sabía.

Por todas esas personas que, sin darse cuenta, se convierten en los únicos salvadores de tu mundo. Con una mirada o una sonrisa gratuita. Sin poderes y bajo el anonimato de un guiño de esperanza.

sábado, 11 de junio de 2016

Te marchaste sin levantar sospecha. Y yo me quedé con la sensación de que no te volvería a ver marchar. Me miraste como solo miran las personas que saben hablar con la mirada. Y yo te miré como solo miran las personas que saben interpretar esos gestos. Te juro que no sé si me gustó más tu forma de hablar o de callar, porque de las dos formas me regalaste declaraciones a gritos. Sabemos perfectamente lo que nos apetece hacer, pero también que haremos justo lo contrario. Como dos amantes que dejan de caer en la tentación pero prometen no olvidarse nunca.

Y nunca se irán las ganas de verte y tirarte al suelo.

Amor, se te olvidó sobre la mesa la última caricia que nos dimos. Así que vas a tener que volver.