Inspiration

sábado, 7 de noviembre de 2015

If
tomorrow
never
comes

Ronan Keating me ha hecho reflexionar sobre estas cuatro palabras. Si mañana nunca llega. Si mañana se convierte en el siguiente paso inexistente, y solo me quedara hoy para decir todo lo que no te conté. Lo que la cobardía se comió a mediodía, o de lo que el miedo se aprovechó por la noche. No somos conscientes de la cantidad de cosas que nos callamos por dejarnos llevar por la aparente situación inapropiada de la que nos autoconvencemos. ¿Arderíamos en desesperación o estaríamos conformes? Yo sería de las que se quedan en el primer bando, porque hablo más veces en silencio que pronunciando palabras. De las que se quedan pero se levantan corriendo antes de que se agote el tiempo, y callarme ya no sea una opción, sino una imposición.

Si mañana no tengo la oportunidad de volver a elegir(te), te volvería a elegir. Si mañana nunca llega, me quedaría con las ganas de decirte que llenas mis ojos de pétalos, aun estando en pleno otoño. Si viviera cada día como si mañana nunca fuera a llegar, no estaría callada. Mis palabras querrían devorar cada sonrisa desconocida, se enamorarían de cualquier mirada en el metro y cantaría canciones para amantes sin futuro. Dedicaría más minutos al día a reconocer los detalles de los que visitan mi tempestad para convertirla en calma, de los que hacen planes para caminar junto a mí, y a los que ponen su hombro a pesar de estar a kilómetros de distancia. Pero sobre todo, llenaría tu vida de la única palabra que unifica todo lo que me falta por decirte:
G R A C I A S

Por hacerme pecar. Por esperarme. Por fracturar mi mandíbula a carcajadas. Por invertir mi tiempo, y convertirlo en una máquina valiosa de todo lo que me falta por hacer. Por derretir relojes a mi lado. Por mirarme de espaldas y sonreírme de frente. Por querer y por quererme. GRACIAS, por darme un motivo más para morirme de miedo if tomorrow never comes.

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