Inspiration

martes, 16 de diciembre de 2014

Las oportunidades siempre vienen de la mano de un y si. Son inseparables. Marcan la disyuntiva tentadora a nuestra elección; el pánico y el miedo que nos producen las decisiones más importantes. Y yo me aferro a cada y si que se me cruza en el camino. Porque me asusta. Me asusta la felicidad con la que me brillan los ojos cada vez que él decide regalarme una sonrisa. Y me gustan todas: desde las que se esconden tímidas, hasta las que terminan en carcajada. El caso es que siempre termino en la misma posición bajo las sábanas, escondida. Solo cuando el coraje llama a mi puerta, y no me quedan suministros para seguir recordando una imagen difusa de la última vez que me miró, me atrevo a retarle de nuevo. A empezar a jugar y esquivarnos con las ganas en la mirada. De verdad, qué tiene. Todo eso que me empeño en ver solo yo, mientras los demás no le dan importancia. Por qué a mí me vuelven loca todas y cada una de sus manías si, al fin y al cabo, son suyas, y no nuestras. 


Me entienden, ¿verdad? Ustedes también tienen a esa persona que te alegra el corazón con tan solo dirigirse a ti. Aunque no sea personal. Aunque solo sea para preguntar la hora y que valga de excusa para recordar siempre ese minuto. Y justo en el momento de añadir un nuevo signo de interrogación a nuestra pequeña y atípica conversación, él ya se ha ido. Demasiados y si me dejaron con la miel en los labios. Y de nuevo me doy cuenta de la cantidad de oportunidades que dejo pasar por el miedo a quedarme sin lo que quiero escuchar; demasiados análisis previos sobre qué dirá y cómo contestaré a lo que surja después; y más posibilidades en mente de las que realmente existen. Sencillo y directo. A la próxima, no la pierdo.


Y no la pierdo. Me he lanzado a la piscina y ahora me veo reflejada en sus ojos. De verdad que sí. Aunque solo sea por un par de minutos. Pero, de eso se trata, ¿no? De no volver a sentirme culpable por no haber llamado a su puerta y sonreír al recordar lo maravilloso que fue quererle. Sin importarme la cantidad de daños colaterales y mañanas tardías echándole de menos que pueda tener. Porque esto es algo maravilloso. Esto que tenemos, sin ser nada. Esto que me alegra el corazón con tan solo verle pasar. ¿Y si se lo alegro yo a él?


¿Y si no quiere más?, ¿y si le quiero para siempre?

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